EL SUEÑO DE UN 

CABALLO DE MADERA

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Era un caballito rojo y de madera, balancín, alegre y trotón. Si el niño sonreía, relinchaba el caballo. Si el niño lloraba, se lamentaba el caballo.

Por la noche, a la hora en que los miedos acechan entre las sombras de la habitación, corrió el caballito espantando a ogros, dragones y vampiros.

Habían corrido miles de aventuras, habían corrido por montañas, desiertos y praderas. Al atardecer, el niño le susurraba al oído secretos que a nadie más contaría.

Pero el tiempo pasó, y una mañana se levantó y olvidó hablarle al caballo. Ya por la tarde, no hubo susurros ni secretos. Por la noche los miedos se habían ido. Fue entonces cuando el caballito quiso ser un caballo de verdad. Quiso cambiar su balancín por pezuñas y que le salieran crines, para correr junto al niño. Quiso que su amigo fuera su dueño y seguir corriendo juntos.

 Fue tanto lo que deseó este sueño que una mañana de primavera al mirar por la ventana, el joven vio a un caballo, trotando alegre por la pradera.  

 

 

Tomás Boldú caballero

curso:12d