¿El azar quiere decir indeterminismo?

 por Xabier Agirre Urteaga


 

El determinista piensa que todo lo que sucede tiene una causa. Algunos de ellos creen que esas causas pueden incluso ser conocidas, y se empeñan en investigar hasta dar con la razón de todo. Son los científicos, y, son buena gente; te solucionan una barbaridad de problemas cotidianos, y  te hacen la vida mejor y más cómoda. Entre ellos, algunos, los menos, se han dado cuenta de que la investigación científica es como la maldición de Sísifo. Siempre que se descubre algo nuevo, un mar de islas ignotas y nuevos continentes se abre ante sus ojos. Vuelta a empezar. A pesar de todo, los científicos insisten en el magno esfuerzo del conocimiento. Parten de la premisa de que todo es cognoscible, y que todo tiene una razón o causa, y que ese conocimiento es sólo cuestión de paciencia y tenacidad.

            Sin embargo, algunos de estos Sísifos han llegado a conclusiones que contradicen sus propias premisas.

            Se encuentran con que hay fenómenos no reversibles, esto es, fenómenos que rompen con la cadena causa-efecto en magnitudes microscópicas, y en las macroscópicas con fenómenos paralelos en diferentes tiempos que también contravienen el axioma que afirma que la realidad se describe con un espacio y un tiempo absolutos. Estos hechos rompen con la creencia de que todo hecho es causado, y esa causa es cognoscible. Parece que se abre una puerta al indeterminismo. Nada más  lejos de la realidad.

El propio Einstein, el mismo que descubrió la relatividad del tiempo, se negó a reconocer cualquier atisbo de indeterminismo al afirmar que “Dios no juega a los dados”. Incluso la teoría matemática que derivó en el llamado efecto mariposa, aquella que dice que cualquier consecuencia es posible a partir de una causa, hunde sus raíces en un acendrado determinismo. El cálculo de probabilidades ilimitado puede hacer llegar a una conclusión aparentemente indeterminista, pero, no, lo único que alcanza a decir que es difícil de conocer el efecto por la cantidad de variables a tener en cuenta.

Sólo desde la filosofía se han atrevido a poner en duda la base de la ciencia, el determinismo. Hume demostró que la causalidad es una relación endeble, incluso para el empirismo, el garante filosófico de la ciencia. Y Sartre, contrapuso la libertad absolutamente indeterminista del hombre con el determinismo de las cosas.
Valoraba como imprescindible la primera, y despreciaba la segunda por ajena y cerrada en sí. Pero esta actitudes no dejan de ser, o una aplicación deductiva sobre el método inductivo, o un acto voluntarioso para desmarcarse de la vulgar materia.

Por todo ello, resulta difícil otorgar un lugar al azar en este mundo sensible y tércamente empírico, si no se apela a la creación humana en un sentido amplio del término. El azar sólo está en nosotros, en la poesía, en la pintura, en la imaginación. Allí todo es posible, porque en todo lo demás todo parece que ya está escrito, podamos o no leerlo. Por el contrario, la creación humana, aun condicionada, nunca responde a una causa. La interacción de millones de neuronas no explica ni por asomo un Kandinsky, ni una novela de Faulkner. Algo hay agregado en este mundo que da brillo a esa composición matemática  que admiran muchos, pero que a mí me parece gris por previsible.