La niña y la luna

 

 

 

por,  MARTA  BAZÁN  LEGASA

      

      

Es de noche,
y, arriba, colgada en su ventana,
hay una cosa,
blanca y luminosa.-¿ Qué será?-
tiembla la niña pequeña
con su camisón rosa,
atenta a cualquier cosa.La niña, asustada,
va a ver a su mamá
pues ella sabrá.Pero su mamá,
está dormida.
La niña, llamada Nina,
mira el reloj,
pero como no es muy mayor,
lo ve del revés
y piensa que son las tres.
Nina busca a su hermana,
como ella es más mayor, se lo dirá.
Al abrir la puerta,
su hermana se despierta.-¿Qué quieres a estas horas?
grita su hermana,
que está bastante enfadada.-Es que hay una cosa,
brillante y luminosa
que no se apaga,
colgada de mi ventana.
¿Te refieres a la Luna?
Tranquila, que está en su cuna
y está allí para ver que se duermen los niños-
contesta su hermana,
un poco más calmada.-¿Y a las niñas?,
¿también las vigila?-
pregunta Nina con intriga.-También, sobre todo a las niñas pesadas,
que despiertan a sus hermanas.
Ahora vete a dormir,
tranquila, la Luna se queda allí.-Vale, hasta mañana- contesta Nina,
pensativa.
Vuelve a la cama,
espera un rato,
que se le hace muy largo.Cuando cree que todos están dormidos,
sale de su habitación, sin hacer ni un ruido,
de puntillas,
y en la mano con las zapatillas.Va al garaje,
donde papá hace el equipaje
y coge el casco de la moto,
que está algo roto,
pero como pesa mucho,
lo deja y coge un buzo.Éste da calor
a montón,
Nina lo deja y se va a un rincónAllí coge una escalera
frente a la puerta,
sube arriba,
se pone de puntillas y se estira,
pero, no hay manera,
la Luna sigue ahí arriba.
Nina piensa que te piensa.
De tanto pensar,
una idea le viene a la cabeza.-¡Ya está!
¡Subiendo al árbol tendré que llegar!-
se dice en voz alta Nina.
Pero no se había imaginado,
que el árbol y la Luna,
estuvieran compinchados
para que ella no llegara hasta ahí arriba.Por eso vuelve a casa, enfadada,
y se sienta en el sofá,
¡otra vez a pensar!Nina coge el teléfono,
pero no sabe su número,
aunque se acuerda del de urgencias: el ciento doce.En cuanto oye algo, Nina salta:
-Oye señor, hay una cosa,
que se llama Luna y no se apaga.
¿Puedes desenchufarla por favor?-.
Pero hay un error:
¡sale el contestador!Nina cuelga, enfadada de nuevo:
no da paso bueno.Decide ponerse seria y, como en su colegio,
manda una carta a los padres de la Luna.
¡todo va de perlas!Sólo hay un problema:
Nina no sabe las letras.
Por eso hace unos garabatos,
y cuando da por terminada la labor,
( que ha quedado hecha un primor ),
mete la carta en un sobre y pone unas pegatinas,
sale más barato.Añade la dirección a su manera:
dibuja una Luna pequeña
con sus padres y, sobre una ventana de madera,
se ve el cielo,
con poco pelo.
-A despertar,
¡venga Nina!, ¡baja a desayunar!-.
Nina se despierta,
¡todo ha sido un sueño!Aún un poco perpleja,
mira en la ventana, y...
¡Cuál no es su sorpresa!,
Allí, encima de su ventana,
No hay ninguna cosa,
brillante y luminosa.Nina piensa:
-¡Por lo menos,
me han hecho caso en sueños!Pero su asombro es aún mayor,
al ver una cosa,
brillante, luminosa
naranja y amarilla.¿Qué será…?
se pregunta Nina.
-Es igual que tú-
dice la niña,
mirando hacia la otra esquina,
donde está el dibujo de una cosa,
brillante y luminosa…